A muchas personas les gusta hacer ejercicio. Lo sienten como parte de su día a día, lo hacen porque tienen un objetivo en particular, porque quieren verse mejor, ser más fuertes, competir mejor y llegar más rápido. Saben el poder que tienen las endorfinas en el cuerpo y es una sensación que ya no quieren dejar ir.
Pero para otras tantas personas, el hacer ejercicio no es algo tan placentero como lo que acabo de describir. Es una tarea que a muchos se les da cuesta arriba, mucho más levantarse para ir ´al cole´ después del último día de verano. Una obligación que si bien saben que les va a traer beneficios, no la hace más llevadera. Es decir, para muchos, el hacer ejercicio es una lata.
Y si tú estás en ese grupo de gente que tiene que convencerse de que el ejercicio debe ser parte de tu vida, tienes que trabajar en el compromiso que tienes que lograr con el ejercicio. Así como te comprometes en relaciones, en estudios, en acciones día a día, tienes que hacerlo con tu rutina de entrenamiento. Y como el miedo al compromiso viene de muy diversas formas, aquí te doy unos tips para que rompas esa barrera y lo puedas hacer un poquito más natural. El disfrute verás que vendrá solo.
Ponte metas alcanzables y realistas: Tus metas no pueden ser "correr un maratón dentro de dos meses", "hacer crossfit todos los días" cuando te cansas parándote de la silla de tu oficina a buscar agua y el único ejercicio que haces es mover el pulgar para cambiar el canal del TV. Cuando la gente quiere abarcar mucho en poco tiempo, normalmente queda cansada y frustrada por no lograr lo que se proponen. Ve poco a poco planteándote cosas como: correr 5 minutos más cada vez que vayas a trotar e ir aumentando esa cantidad cada semana, agregar 1 kilo a las mancuernas cada cuatro semanas, etc. Mantenlo simple y poco a poco vas a ver resultados.
Haz un plan y escríbelo: Esto es igual que ir al mercado o la feria, si quieres ser más efectivo y no perder tiempo, tienes que hacer una lista donde anotas lo que realmente necesitas y no compres "lo primero que veas". Si vas a un gimnasio o haces ejercicio en tu casa, debes tener un plan ya diseñado. Un día haces pesas, otro día haces una clase de spinning, al otro día trabajas en tu flexibilidad en una clase de yoga. El orden lo puedes ajustar a tu disponibilidad de tiempo, pero tener un plan hace que no pierdas tiempo y puedas ver avances en tu cuerpo poco a poco. Y si tu plan está diseñado bajo esos tres pilares (resistencia muscular, resistencia cardiovascular y flexibilidad) los resultados no tardarán en llegar.
Recluta a alguien para esta empresa: Si no te gusta hacer ejercicio solo o necesitas de ese empujón, lo mejor es emparejarte con alguien que tenga tus mismos intereses u objetivos. Lo ideal también es que esté al mismo nivel que tú, porque si tu compañero está demasiado avanzado quizás tus rutinas le van a parecer de abuelito en casa de cuidado y se aburrirá rápidamente. Y si tú estás más avanzado que tu compañero, volver atrás retrasará tu progreso.En ambos casos los compañeros terminarán huyendo por el fastidio. Lo mejor es que estén en la misma onda, el mismo nivel y así se darán más ánimo y les servirá un montón para seguir avanzando. Además, en muchos gimnasios hacen ofertas por inscribirse en grupo o pareja y la motivación económica también es buena.
Escoge algo que te guste (pero que sea un reto): Busca algo que te guste pero que te cueste. Porque para ver resultados tienes que salir de tu zona de confort. Como quien dice, es ahí donde sucede la magia. Es decir, si te parece que el baile entretenido es buenísimo y amas tu clase de yoga, pues perfecto. Pero cuando ya te sabes las rutinas mejor que el profesor, tu cuerpo necesita algo más. El compromiso te lo va a dar el gusto por el deporte, ahora es hora de desafiar a tu cuerpo y tu mente con algo más y vas a ver que sí puedes. El día que no sientas que sudaste ni te esforzaste nada haciendo la rutina, no estás haciendo nada y es hora de cambiar.
Anímate con música: Esto es súper personal pero la verdad es que es muy efectivo. La música puede hacer que rindas mucho más en tus entrenamientos, que te sientas más animado, que levantes más peso, que corras más rápido. Al igual que te puede hacer sentir triste escuchar cierta canción un domingo en la tarde, hay canciones que pueden bajar tu ánimo para el ejercicio y otras, subirlo. Pero claro, esta recomendación es muy personal, porque depende del gusto musical de cada quien. Por eso hay personas que estando en un gimnasio usan sus audífonos, se pueden encerrar en su submundo y decirse "si puedo". Sea bachata, rock o reggaeton, busca el ritmo que lleve tus ejercicios al máximo.
Ya verás que con el ejercicio la cosa es igual que el amor: cuando empieza a gustarte, comprometerte no te va a pesar tanto. Solo tienes que dar un salto de fe y decir: sí, acepto (al ejercicio).
Imagen CC Maria Ly