´No pain, no gain´ o ´sin dolor, no hay ganancia´ suele ser una de las máximas deportivas a la hora de inspirar el esfuerzo físico para la consecución de resultados. Una premisa que a veces se lleva a los límites y que hace ignorar algunos síntomas del cuerpo. Pero ¿Cuándo debe ser considerado el dolor en el entrenamiento deportivo? ¿Cuándo se debe ver a un médico?
Los dolores deportivos son parte de la actividad física tanto de deportistas principiantes como profesionales. A los primerizos les afecta por la falta de costumbre del organismo a la exigencia física a la que está sometiendo a su cuerpo. A los expertos les afecta la intensidad, las condiciones o el exceso de cargas al que expone a su cuerpo en ciertas ocasiones.
Ahora bien, existen diversos tipos de dolores o señales que envía el cuerpo. Por ejemplo, si se está entrenando en forma normal y súbitamente surge un dolor intenso, lo recomendable es disminuir la velocidad o derechamente parar de realizar la actividad durante algunos segundos o minutos y ver cómo evoluciona. Las sensaciones, más allá de las ganas de terminar una carrera, son el mejor indicador para saber qué hacer. Un masaje, un estiramiento y un poco de hielo o frío pueden ayudar a bajar el dolor. Si este persiste o vuelve a presentarse, probablemente sea aconsejable consultar a un especialista antes de continuar.
Si el dolor es provocado por algún golpe, caída, choque, un mal movimiento o cualquier otro tipo de impacto conocido, es necesario seguir el mismo procedimiento anterior prestando mayor atención a la zona afectada, en cualquiera de estos casos, debido a que la intensidad del impacto puede afectar de distinta forma a la zona.
Por supuesto, si el dolor es intenso, se debe parar de inmediato, especialmente si se está realizando una alta exigencia física como un fondo (dentro de las que se incluyen actividades como una media maratón o maratón) o si se recibió algún impacto fuerte.
En una carrera de larga distancia, un dolor puede ser provocado por una mala técnica de carrera, producida a su vez por el cansancio propio del cuerpo ante la prueba a la que está siendo sometido, o simplemente, por la falta de preparación muscular para la realización la actividad, como una carrera en cerro de gran altimetría.
Entrenar con dolores generalizados puede ser normal después de una sesión intensa o para alguien que somete regularmente a su cuerpo a altas cargas de entrenamiento. En otro casos, seguir entrenando puede ser un acto heroico pero arriesgado, que puede culminar en lesiones que te afectarán por mucho más tiempo del que te tomará terminar esa sesión de entrenamiento o competencia.
Imagen CC Mueritz