Desde muy pequeña fui muy deportista. Era parte de todas las selecciones de mi colegio (gimnasia rítmica, gimnasia artística, voleibol, basquetbol, cheerleaders) y asistía a clases extra programáticas de escalada libre, en otro lado. Una niña hiperactiva y muy tonificada, por entretención, claro.
Con el paso de los años fui dejando el deporte y hasta llegué a estar varios años en absoluto sedentarismo. Comencé a subir de peso y me comencé a frustrar.
En segundo año de universidad me decidí a volver a tener un cuerpo fuerte. Una mañana arreglé mi bolso, le metí mi equipo y después de clases me fui directo al gimnasio. Pero me encontré con una gran interrogante: ¿qué hacer?. Las máquinas eran un mundo desconocido para mi.
Me llamó la atención la trotadora y me subí. Ya había oído de los increíbles beneficios que tenía para la salud y de lo eficiente que era para quemar calorías. Entonces comencé a correr.
Desde entonces se me hizo un hábito y empecé a asistir más seguido al gimnasio y me pasaba gran parte del tiempo sobre la trotadora. Fui notando que mi musculatura iba cambiando, que mis piernas volvían a hacerse fuertes. Y, obvio, me gustó.
Al tiempo comencé a correr no sólo en el gimnasio, sino también algunos fines de semana cerca de mi casa. Después el entusiasmo me llevó a subir el Cerro San Cristóbal, trotando y mejorando mi propia marca cada semana.
Los horarios en que prefiero salir a correr siempre es en la mañana, pero la hora varía dependiendo de si es verano o invierno. En verano prefiero hacerlo a eso de las 9:00 am para evitar el sol fuerte de la tarde y en invierno a eso de las 11:00 o 12:00 para evitar las temperaturas tan bajas que hay más temprano. En tanto, la superficie que más me agrada es el maicillo o arena.
Consideré al “running” un deporte individual tan apasionante, que luego me inscribí en varias corridas masivas. Y fue una experiencia genial, porque el hecho de estar rodeado de cientos de personas que tienen tu misma finalidad, llegar a la meta, es muy motivante. Te rodeas de personas en mejor estado físico que el tuyo y otras en peor, pero todos luchando por el mismo propósito.
Me encanté tanto con la disciplina que hasta me dediqué a leer libros sobre personas que corren, un ejemplo de estos, es “De qué hablocuando hablo de correr”, de Haruki Murakami.
Si son corredores amateurs o profesionales y tienen la oportunidad de leerlo, háganlo. Se van a sentir absolutamente identificados. Mis calles favoritas del libro son cuando habla de que, esta es una actividad que no te enseña a llegar primero, sino a superarte cada día a ti mismo.
Una enseñanza de vida.
Hoy en día trato de correr entre 3 o 4 veces por semana, dependiendo del tiempo libre que tenga, y sigue siendo un momento solitario y terapéutico.
Si aún no te atreves a correr, te lo recomiendo, le hará tan bien a tu cuerpo como a tu mente. Y si aún no lees el libro que te recomendé, anímate a hacerlo, como dato, puedes comprarlo en Amazon.