En mi memoria el running tiene relación con la aparición de mi primer trabajo de oficina. La rutina de estar sentada 8 horas al día me estaba pidiendo a gritos que debía comenzar a ejercitar los músculos.
Cuando volvía a mi casa por el Parque Bustamante, siempre veía a las mismas personas trotando alrededor del Café Literario. Ellos fueron los que me motivaron a comenzar a pensar en salir a trotar.
Recuerdo que ese verano salía a trotar 3 veces por semana y no duraba más de 25 minutos. Ahora que han pasado varios años me doy cuenta que no tenía el equipamiento adecuado, ni elongaba antes decomenzar. Todo esto le hacía pésimo a mi entrenamiento.
Luego me cambié de casa cerca del Parque Forestal y trataba de salir antes de ir a trabajar. A veces lo lograba y me sentía muy bien, y otras veces, lo hacía durante la tarde pero ya sentía el cuerpo más cansado con toda la carga laboral. Nunca duraba más de 30 minutos.
Cuando realmente me logré introducir en la rutina de trotar más de una hora sin parar fue cuando me fui a vivir a Canadá. Después de una eternidad viviendo con nieve sentía que no había corrido hace años. Así, el primer día sin nieve comencé a trotar y me di cuenta que mi resistencia había aumentado en comparación con los entrenamientos que tenía en Santiago. Yo creo que se debía a que mi alimentación y calidad de vida eran mucho mejor en ese país extranjero.
Al darme cuenta de lo que podía lograr mi cuerpo con este tipo de práctica, mi mente me fue acompañando y forjé una rutina de 10 kilómetros 5 veces a la semana. Con este tipo de ritmo mi cuerpo, mente y espíritu se fueron fortaleciendo.
Una de las cosas que me gusta de trotar es estar conmigo misma. Nunca lo he practicado con algún amigo. Pero creo que esa es una de las cosas que más me gustan de esta disciplina, el estar sola con mi mente en donde logro ordenar algunas ideas que me invaden y sucesivamente logro una especie de trance. Realmente logro meditar y me concentro en estar en el aquí y en el ahora.
Cuando me remonto a mis inicios esa era la parte que más me costaba: que mi mente fuera mi aliada. Mientras corría pensaba cuánto falta, tengo sed, me duelen las rodillas, me quiero ir para la casa. Hoy realmente logro lo que explica el escritor/corredor Haruki Murakami en su ensayo “De qué hablo cuando hablo de correr”: “Pero, en sustancia, no pienso en nada. Simplemente sigo corriendo en medio de ese silencio que añoraba, en medio de ese coqueto y artesanal vacío. Es realmente estupendo. Digan lo que digan" (P.40).
En todo este tiempo he corrido en dos carreras de 10 K. Me preparé, participé y la experiencia fue emocionante. No saqué ningún lugar destacable, pero mi objetivo no era ese y me he dado cuenta que mi meta no es participar de competencias, sino, que salir a la calle y cumplir mis propias expectativas.
Hoy troto 3 veces a la semana durante una hora y media cada día, y lo hago sobre una superficie de tierra. Durante la semana salgo a las 8 am y los fines de semana entre las 10 y 11 am. Me he dado cuenta que prefiero las mañanas porque mi cuerpo está más liviano y descansado. Los demás días practico Bikram Yoga.
El correr ya es parte de mi vida y de quién soy. Tener una rutina en donde el dolor físico es parte de ella, no hace más que fortalecerte física y mentalmente para los eventos de la vida misma.