Como hemos mencionado antes, el cross training o entrenamiento cruzado trae múltiples beneficios para los deportistas y fanáticos del fitness. Además de incentivarnos a romper la rutina y a trabajar otros músculos, practicar una disciplina adicional puede ayudarnos a mejorar nuestro desempeño. Elegir qué deportes combinar eso sí, debe ser una decisión a conciencia considerando pros y contras de cada actividad.
A primera vista, el crossfit y el running, suenan como dos actividades completamente distintas, casi como dos polos opuestos entre una gama de ejercicios físicos. Mientras uno pareciera buscar solo el fortalecimiento y volumen muscular, el otro pareciera querer trabajar cardiovascularmente reduciendo al máximo posible el peso corporal, y el consiguiente exceso de músculo. No por nada se les clasifica como actividades anaeróbica y aeróbica, respectivamente.
Parte de esta consigna es cierta. Si hubiera que ubicarlos en algún lugar, quedarían definitivamente como actividades con objetivos distintos, pero no por ello incompatibles. Y es que bien hecho, el trabajo anaeróbico puede ayudar al anaeróbico. Y en este es el punto en que nos centraremos, un corredor que ve el crossfit como un complemento.
El crossfit consiste en realizar sesiones cortas (generalmente de una hora) y de alta intensidad, con pocos o nulos descansos, para aumentar drásticamente la potencia, la velocidad, la fuerza y la masa muscular.
¿Cómo se relaciona esto con el running? Los incrementos de la fuerza, el rendimiento, la masa muscular y la densidad ósea, surgen en proporción con la intensidad del ejercicio, de modo tal que si un corredor quiere mejorar su desempeño y evitar lesiones causadas por el desgaste propio de su entrenamiento, necesariamente debe incorporar este tipo de ejercicios a su rutina.
Elementos útiles del crossfit en el running, hay muchos: saltos pliométricos, cuerdas, pesas para piernas, trabajo abdominal, cajones de arrastre y neumáticos, son solo una parte de ellos.
El trabajo de fortalecimiento propio del crossfit ayudará a enriquecer la perfomance del corredor en carreras de fondo y en su entrenamiento general, brindándole potencia, flexibilidad, seguridad, estabilidad y mayor control de sus movimientos.
De hecho, se ha recogido esta necesidad de los corredores a través del Crossfit Endurance, un programa creado por Brian MacKenzie que apunta a:
- Reducir el riesgo de lesión producido por el kilometraje "basura", reemplazándolo con entrenamientos de fitness funcional que trabaja los mismos sistemas de energía.
- Aumentar la potencia explosiva y la velocidad.
- Realizar entrenamientos que mejoren el rango de movimiento en las articulaciones y músculos.
- Aumentar la producción de la hormona del crecimiento que ayude a contrarrestar la pérdida natural de masa muscular propia de la vejez.
- Mejorar la coordinación de los grupos musculares superior e inferior a través de la inclusión de los movimientos compuestos en el entrenamiento.
- Mejorar el rendimiento de carrera a través de una mayor fuerza, una mejor forma, y una mayor eficiencia en la ejecución de los movimientos.
Más allá de estos beneficios físicos concretos, el crossfit es también una excelente herramienta para quienes desean trabajar la armonía de su estética. Y es que al igual que aquellos asiduos al gimnasio que descuidan el trabajo de sus piernas, existen corredores que no dedican mayor atención a su tren superior, y al ser un entrenamiento completo que trabaja distintos grupos musculares en cada sesión, el crossfit contribuye a atenuar dichas diferencias.
Practicar crossfit eso sí, debe ser algo realizado con responsabilidad por los corredores. Tal como dijimos al comienzo de esta nota, debe ser un complemento, de modo tal que ayude a evitar lesiones. De ahí que la frecuencia recomendada sea de una o máximo dos veces por semana para un corredor.
Imagen CC Rose Physical Therapy Group.