Traumas, infecciones, inflamaciones, quemaduras, cirugías, enfermedades crónicas como la diabetes o problemas coronarios, o el ejercicio en exceso, todos ellos son gatillantes del estrés. Nuestro cuerpo lo enfrenta con enzimas y compuestos dietarios que incluyen vitaminas y minerales antioxidantes, algunos de los cuales son fundamentales para la práctica deportiva; de ahí que el rendimiento de un deportista pueda verse afectado por el estrés ¿Cuáles son estas vitaminas?
La vitamina C o ácido ascórbico y la vitamina E son dos de los elementos nutricionales que han documentado propiedades antioxidantes. Los antioxidantes son sustancias que disminuyen los efectos secundarios de los radicales libres (subproductos naturales del metabolismo celular), que son moléculas muy inestables que pueden afectar la capacidad del cuerpo de defenderse a sí mismo y que son propias de los deportistas que practican actividades que requieran amplias cantidades de oxígeno como el running, el ciclismo, la natación o las clases aeróbicas.
Cada una de estas vitaminas lucha contra los radicales libres, en distintos niveles. La vitamina C actúa en los tejidos corporales y el plasma sanguíneo, mientras que la vitamina E defiende a las moléculas ricas en grasa, como el colesterol LDL y HDL, y a las células adiposas de la oxidación. Este esfuerzo, sin embargo, redunda en un agotamiento de las reservas corporales de vitaminas C y E, esenciales en la prevención y recuperación de lesiones, en la formación de colágeno y en la absorción de hierro, en el caso de la primera; y en la reducción del daño muscular y la disminución de la fatiga, en el caso de la segunda.
El estrés oxidativo inducido por ejercicio causa además el agotamiento de vitamina C. Sin embargo, la reducción de los niveles de esta vitamina es temporal en atletas entrenados, ya que sus concentraciones se normalizan después de unos pocos días.
Imagen CC Daniella Segura.