Mi pasión por el fútbol se remonta a las primeras veces que mi padre me llevaba al estadio a ver el fútbol de Universidad Católica. Qué difícil y qué mágico sería ver al equipo del 94-95-96 hoy en día, con una magia desbordante, una defensa sólida, un mediocampo claro y anticipatorio, y una delantera letal y llena de fútbol. Si bien uno recuerda a Alberto "Beto" Acosta y a Gorosito como los grandes estandartes de esa UC, hay un jugador que manejaba todos los hilos del mediocampo dentro y fuera de la cancha, con una sencillez asombrosa, un compañerismo a toda prueba y una garra ejemplar: Ricardo Lunari, mi primer y gran ídolo del fútbol.
Ricardo Gabriel Lunari del Federico, santafesino de nacimiento, se inició en Newell´s con nada más y nada menos que el Loco Bielsa en 1991. Rápidamente en 1993 cruza las fronteras y llega para desarrollar una carrera sólida y con un aliento inusitado de la barra a la Universidad Católica como el flamante (e inolvidable) "8" del equipo. Luego de un paso por México, vuelve a la UC del Ingeniero Pellegrini, y es ahí donde participa de este equipo de ensueño. Ya habiendo sido subcampeón en la mítica final contra Sao Paulo en la libertadores de 1993, vuelve a la UC en un equipo lleno de magia, donde no sólo no desentona, sino que se convierte en una pieza ejemplar llena de garra y pasión por la franja. Fue un primer Gary Medel, que todo hincha cruzado recordará por su inigualable pasión, buen juego, solidaridad y buena persona. Ya luego, se desempeñaría en Colombia y en Europa.
¿Qué tuvo este volante para enamorarme del fútbol? Si bien ídolos, pueden haber muchos, Ricardo Lunari no sólo fue un futbolista de primer nivel, sino que fue un ejemplo del hincha cruzado en la cancha, apasionado por el balón pero honesto y tranquilo; él encarnaba el espíritu de un equipazo con su elegancia, su mirada y proyección, sus tremendos pases y si bien nunca fue goleador, cada uno de sus goles fueron realmente una maravilla (cómo olvidar el 3-0 a Colo Colo). Mi primera camiseta de fútbol tenía su número, yo era él y eso me completaba como hincha y amante del fútbol. Cómo no se va a extrañar esa calidad y parsimonia dentro y fuera de la cancha.
Si en la cancha era quien ordenaba a un equipo lleno de estrellas, con una garra y pasión que a veces se extrañan en San Carlos, Ricardo Lunari fue (y es) todo lo que un cruzado de corazón significa. Luchó junto a los hinchas - ya retirado del fútbol - para que la UC recibiera a sus más enconados rivales en su estadio, fue un parlante que multiplicaba a viva voz con aires de convencimiento y argumentos profundos el sentir del hincha, algo que hoy está cada vez más cercano al barrio y el famoso amauterismo. Lunari es un hincha cruzado que se conmovió con el espíritu y la pasión del fanático, que lo entendió y que gana una parte de su corazón dentro de ese pedestal al que solo llegan unos pocos que no se olvidan, sino que se engrandecen, con el paso del tiempo y de los títulos.
Ricardo Lunari hoy es entrenador, y todos los cruzados sabemos con certeza que más temprano que tarde, va a ser el director técnico de Católica. ¿Cómo le irá? Probablemente no hay certezas pues su carrera aun es incipiente; pero sí se pueden adelantar dos cosas: será un entrenador que entenderá el especial paladar del hincha cruzado, ese que mezcla el joga bonito con los títulos goleando y defendiendo a rajatabla; y será un equipo lleno de garra y pasión como aquellos que hoy ya no se ven. Y de seguro, será el día donde la hinchada, los jugadores y la dirigencia comulgarán en un cielo de paz viendo a uno de sus ídolos entrenando al equipo de sus amores.