Mi experiencia en la Quebrada de Macul

Practicar Trekking nunca ha sido mi prioridad. Disfruto realizando rutinas de entrenamiento que combinan fuerza y cardio. Como llevaba un buen tiempo preparándome físicamente, decidí partir a la Quebrada de Macul, junto a mi pololo. Él es preparador físico y me incentivó a realizar esta práctica. Él escogió el destino, que según me anticipó, no requiere de preparación profesional, puesto que es una ruta poco compleja. Yo accedí y comenzó la aventura.

A eso de las 8 am partimos equipados. Sobre todo, con bastante agua, para hidratarnos siempre.. Fuimos en pleno verano, por ahí por febrero. El sol comenzaba a picar desde bien temprano. Además, llevábamos bastante protector solar, colaciones pequeñas como galletas de avena, maní y huevo. Y por supuesto, la ración de almuerzo, para cada uno. En esa oportunidad, llevamos arroz con atún. No llevábamos bastones, así es que improvisamos con unos palos que estaban tirados. Nos ayudaron bastante, sobre todo a mí.

Como llegamos a pie, nos tomó bastante tiempo llegar. La última locomoción, deja bastante lejos de la Quebrada. Caminamos, por lo menos, 20 minutos. Siempre en subida. Hasta que por fin llegamos al destino. Recién ahí comenzaría el Trekking. Como no estoy acostumbrada a esta práctica, llegué cansada. Nos hidratamos y nos embetunamos en bloqueador. Ya estábamos listos. Caminamos, a paso firme y constante, por cerca de una hora. Ahí, decidimos parar para comer el almuerzo. Aprovechamos de llenar nuestras botellas con el agua que caía de la vertiente. Agua fresca y súper limpia. El lugar es muy lindo. Lleno de vegetación y agua cristalina. Desde arriba, veíamos cómo un montón de gente paraba para darse un baño. Nosotros debíamos seguir el camino, pero no lo haríamos solos, ya que un perrito que apodamos “Pirata”, decidió hacernos compañía.

El camino se ponía cada vez más complicado. Aunque no demasiado. Sólo que el calor y el cansancio querían apoderarse de mí. Cada cierto tiempo, parábamos para tomar agua y mojarnos un poco. En una oportunidad, erramos en el camino. Estuvimos cerca de 20 minutos caminando por la ruta equivocada. Hasta que mi pololo consiguió orientarse y retomamos el camino correcto. Pasaron cerca de dos horas, cuando logramos toparnos con un hermoso lugar. Nos pareció perfecto para tomar un baño. El agua se sentía tan limpia y fresca, que consiguió darnos fuerzas para continuar el viaje. Comimos parte de nuestra colación y seguimos. La cascada final era nuestro objetivo.

El camino siguió, ya llevábamos cerca de 4 horas de recorrido. Mi pololo iba intacto, tanto, que tuvo que llevar mi mochila, porque yo no era capaz. En realidad, no fui capaz de seguir subiendo. Aborté misión. De verdad, mi falta de preparación para este tipo de deporte, me jugó una mala pasada. Mi pololo, que tiene excelente estado físico, logró comprenderme y no insistió en que siguiéramos caminando. No tenía la costumbre necesaria para asumir este desafío. Si bien, la Quebrada de Macul no es una ruta compleja, sí lo puede ser para aquellos que no poseemos la habilidad para estas prácticas.

Como consejo, diría que lo importante es vestir correctamente. Con unas zapatillas especiales y harta agua, puedes sobrevivir a este trayecto. No es difícil, pero posee diversos caminos que si no dominas bien, te puedes perder. Llevar colaciones pequeñas, también es clave. Pero por sobre todo, la fuerza de voluntad y disfrutar el viaje. Disfrutar de los paisajes e incluso de los animales que consigues ver. Tal vez te topes con un perro amigo, que quiera compartir tu experiencia.

Finalmente, la compañía de alguien experto, resulta de mucha utilidad. Es quien guiará el trayecto y manejará los tiempos. Jamás ir solo, porque puede que requieras ayuda de alguien, en algún momento. Por lo mismo, si eres principiante como yo, creo que lo más importante es no lanzarse a la vida. Antes, deberás llevar un ritmo de entrenamiento leve, para que seas capaz de soportar. Aunque no llegué a la meta, este se convirtió en una motivación para que logre superarme y volver con más ganas.

¿Has visitado la Quebrada de Macul?