Mi Experiencia en Trekking: La Campana

Daniela Leiva Feb 12, 2016
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El 2011, ya hace unos años, en una junta de amigos les comenté mi curiosidad por hacer trekking. Ninguno se había atrevido antes y el entusiasmo nos hizo coordinar la subida al cerro La Campana. Elegimos un día cualquiera en verano y partimos. Como buenos principiantes asumimos que solamente necesitaríamos agua y comida (pan con queso, barras de cereal y plátanos), nos pusimos ropa para hacer deporte, pero sin mucha producción, las zapatillas que teníamos y buzo o calzas. Vimos en Facebook, antes de subir, que otra gente (no muy en forma) había tomado el desafío y pensamos "si ellos pudieron, nosotros también".

Llegamos en auto hasta la entrada (por Granizo), llegamos más o menos a las diez de la mañana. Pagamos un poco más de dos mil pesos y nos indicaron que podíamos llegar de vuelta máximo a las seis de la tarde. Nos entregaron un mapa, indicándonos que debíamos seguir el "sendero andinista" y nos advirtieron que nunca nos apartemos del camino (que se encuentra señalizado). Así y con todo el entusiasmo comenzamos a subir. La primera hora fue hermosa, el camino es muy amplio y poco empinado, lleno de diversos tipos de árboles que dan sombra y exquisitos aromas. Hicimos una pausa, pensando que estábamos avanzando veloces, sin embargo al mirar el mapa nos dimos cuenta que ni siquiera llegábamos a la mitad del recorrido. Comimos algo y seguimos la travesía. A medida que llegábamos a lugares de mayor altura los árboles se dispersaban, dando paso a terrenos más arenosos y empinados, donde ya el camino a ratos se vuelve más estrecho. Ahí mis zapatillas planas no fueron de mucha ayuda, pero había que seguir. Lo mejor de ir en grupo es que cuando alguien decae, el resto lo anima y así todos logramos seguir motivados. Hicimos una segunda parada en "área la mina" que nos llamó la atención, porque tenia unas cuevas no muy largas, pero si muy oscuras, a las que preferimos no entrar.

En la mitad del recorrido, aproximadamente luego de dos horas y media, nos encontramos con unos zorros muy amigables que sin miedo se acercaban. Era primera vez que tenía un contacto tan cercano con un animal silvestre. Fueron los primeros de muchos que pudimos ver y también escuchar, ya que tienen una forma muy particular de comunicarse.

Llegando a un sector llamado "placa de Darwin", dimensionamos que estábamos cercanos al último tramo para llegar a la cima. El terreno se vuelve rocoso y hay que ser cuidadosos, ya que es zona de posibles derrumbes. Al ver la advertencia, dudamos, sin embargo estando allí no podíamos decaer, así que seguimos. Este fue nuestro último gran esfuerzo, ya que los caminos son mucho más extenuantes, teniendo que escalar más que caminar en algunos sectores. Allí puse a prueba mi vértigo, mirar hacia atrás me recordó que estaba subiendo una montaña de más de 1900 mts. de altura.

Nos costó creer que habíamos llegado a la cima, cuando vimos el letrero celebramos emocionados y en silencio la recorrimos. Se encontraba llena de nombres de quienes han subido, han sido miles y nosotros también lo habíamos logrado. La sensación de no tener experiencia en trekking y haberlo logrado, me hizo sentir que soy capaz de resolver cualquier dificultad, casi como una metáfora sobre la vida. Luego de un descanso, nos preparamos a bajar y aunque nos encontrábamos exhaustos no teníamos más alternativa que volver.

Recorrer de regreso es completamente diferente, debes tener mucho cuidado, además te apresuras porque si se hace de noche no sabes con qué te puedes encontrar. Mientras se ocultaba el sol, bajamos recordando todos los momentos en los que no queríamos seguir y lo bello que fue llegar a la cima. Todas las texturas que tenia el cerro, los colores, especies y aromas. Nos encontramos con un grupo de toros que tuvimos que esquivar lentamente y luego de cuatro horas llegamos a la entrada. No podíamos creerlo, ¡lo habíamos logrado! y sin experiencia previa. Claramente quedamos en repetir la experiencia y conocer nuevos senderos.

Como conclusión les comento, lo importante de utilizar unas buenas zapatillas te hace mucho más complicado el trayecto, aunque que con motivación siempre se puede. Llegar a la cima es una sensación indescriptible que te hace descubrir otra perspectiva, te das cuenta que de lejos es todo más pequeño, que el mundo es hermoso y que escaparse de la rutina vale cien por ciento la pena. La naturaleza esta ahí para disfrutarla y entender que la vida va más allá de las cosas cotidianas. Mi intensión es motivarte, este mi primer trekking y la puerta de entrada. Si me hubieran contado todo lo que podía llegar a conseguir no lo habría creído, así que simplemente atrévete, arma un grupo y emprendan el vuelo, jamás te vas a arrepentir.