Muchas veces después de un arduo entrenamiento sentimos dolor y lo normal es que aumente progresivamente, alcanzando su peak tras 24 horas. Pero a pesar de esas molestias musculares, hay veces en que terminamos con un sentimiento de alegría, de saber que dimos lo mejor de nosotros, de que nuestros esfuerzos nos están ayudando a progresar y de cierta forma, de que tenemos un mayor grado de energía y actividad. La respuesta a esto es casi obvia, las endorfinas. Pero, ¿se pueden trabajar?
Las endorfinas son hormonas producidas en el cuerpo de forma natural gracias a la hipófisis, una glándula encargada de mantener el equilibro hormonal, que se liberan cada vez que realizamos alguna actividad que nos produce placer. Los resultados de su liberación se pueden resumir en una lista de beneficios asociados:
- Mejoran el estado de ánimo y el humor.
- Reducen el dolor.
- Promueven la calma y tranquilizan creando la sensación de placer ante situaciones desagradables.
- Reducen nuestra presión sanguínea.
- Potencian el sistema inmunitario, mejorando nuestras defensas ante algunas enfermedades.
- Son estimulantes, nos dan la sensación de poder hacer más.
- Ayudan a liberar las hormonas sexuales, responsables del deseo sexual.
- Modulan el apetito.
Pero por muy bien que suenen, las endorfinas no son infinitas, ya que ciertas enzimas de nuestro organismo las "liquidan". De este modo, se mantiene un equilibrio interior en nuestro cuerpo. Por eso, una vez que el cuerpo libera estas hormonas es que se vuelven adictivas, y con ello nuestras ganas de seguir practicando ejercicio, una y otra vez o al menos de mantenerse activo, una vez que terminas una sesión de entrenamiento.
Cuando la actividad deportiva se hace un hábito, se genera una gran cantidad de endorfinas, lo que hace que el deporte se transforme en una necesidad. Pero practicar ejercicio debe realizarse como una actividad moderada en que cada persona debe guiarse por su percepción de cansancio y no excederse en cuanto a las cargas de entrenamiento en sesiones únicas o semanas específicas ya que se puede caer en el sobreentrenamiento, lesiones, fracturas y otros aspectos que pueden perjudicar el desempeño.
Pero hay otras actividades que ayudan a secretar la “hormona de la felicidad”. Entre estas se encuentran el reir, el contacto con la naturaleza, la música, los ejercicios de relajación, como el yoga o el tai-chi, el rememorar momentos del pasado, el imaginación, el sexo, el café y hasta el descansar o dormir. ¡Haz ejercicio y secreta endorfinas!
Imagen CC Tobyotter