Cuando creces sin hacer un porte de manera constante, comienzas a preguntarte si alguna vez llegará a tu vida una actividad física que te motive a moverte. Para mí, tuvieron que pasar años (¡décadas incluso!) hasta que el famoso pole dance llegara a mi vida para quedarse.
Y ahora, después de pasar por varias etapas en las que la vergüenza y la inseguridad hacían acto de presencia de forma diaria, puedo decir que no me imagino mi vida sin este deporte; no sólo porque es muy entretenido (y sólo al día siguiente con el dolor recuerdo que es un ejercicio) si no porque me ayudó a superarme de muchas formas.
1. Encontrar un deporte que me gustara. Una meta que siempre tuve, fue la de buscar un deporte que de verdad me motivara y me hiciera sentir como que de verdad podía avanzar. El pole dance me entrega todo eso y más, sobre todo porque dependo sólo de mí y de mis capacidades. Adicionalmente, trabaja todo lo que se refiere a fuerza, tonificación y desarrollo de la fuerza de todos los músculos (¡incluso algunos que ni sabía que tenía!)
2. Disciplina. Si hay algo que necesita el pole dance, es disciplina. Basta con que te saltes una semana sin ir, para que tu cuerpo lo sienta y te la haga difícil cuando decides volver. Al mismo tiempo, tienes que cuidar tu cuerpo, ya que como cualquier otro deporte, no tiene los mismos beneficios si además no llevas una vida sana (al menos dentro de lo posible).
3. Confiar en mis capacidades. Lo primero que uno piensa en la primera clase de pole, es "no hay forma humana de que yo pueda hacer eso". Obviamente nadie nace sabiendo, pero a medida que se va aprendiendo y desarrollando la habilidad, nos vemos obligadas a confiar en nuestras capacidades. De pronto el "no puedo" se transforma en un "no puedo... ¡hoy! mañana seguro me sale". La sensación de superación clase a clase se siente y se puede ver (en cada nuevo truco que se aprende)
4. Vencer miedos. Miedo a las alturas, miedo a caerse, miedo al dolor. Todos estos miedos se quedan en la puerta de una clase de pole. La mayoría de los ejercicios significa algún tipo de riesgo, pero siempre los profesores se asegurarán de que estés segura antes de hacer cualquier cosa, y no te presionarán. Resulta casi terapéutica la primera vez que ves el mundo de cabeza, sostenida sólo de tus muslos; de pronto parece poco probable que te asuste una araña.
5. Ser constante. No digo que tengas que ir todos los días o tener una barra en tu casa (¡aunque sería increíble!), pero como cualquier deporte, es necesario que te mantengas practicando y repasando lo básico para que no se te olvide. Así, podrás ir construyendo sobre lo que ya sabes hacer unir movimientos para crear secuencias y tener una gran gama de posibilidades.
6. Aprender a entender y controlar mi cuerpo. En el pole, cada figura y cada giro tiene muchas instrucciones, que al principio suenan como demasiado. ¡Y es mucho! pero con el tiempo aprendemos a controlar el cuerpo, los músculos y cada vez se hace más fácil lograr un ejercicio. Cuando finalmente entiendes que el hombro, el brazo, el codo y las muñecas se pueden controlar de manera separada, se comprende mejor la complejidad del cuerpo así como nuevas formas de moverlo.
7. Superar niveles. Una de las cosas que más me gustan de pole, es que no se lleva puntaje ni se marcan goles. Compites contigo misma y con tus capacidades y limitaciones para ir avanzando y superándote. Dependes de ti, de tus capacidades y tu dedicación; y si no avanzas no hay nadie a quien culpar excepto a ti misma (aunque claro, todos tenemos malos días en que no te sale ni lo básico)
8. Desarrollar más fuerza, confianza y flexibilidad. Al no ser un deporte de cardio, el pole trabaja especialmente la tonificación de los músculos, y la flexibilidad. Da lo mismo si comienzas con cero habilidad, sin darte cuenta podrás sostener tu propio peso de la barra usando sólo los muslos, sólo los brazos, sólo una pierna o la piel de tu estómago. Todos tienden a subestimarse la primera clase (o durante el primer mes, al menos)
9. Pertenecer a un grupo con intereses similares. Puede que suene como algo muy básico; pero a pesar de ser un deporte individual, es mucho más entretenido si lo compartes con un excelente grupo de niñas bakanes que siempre se apoya en la disciplina. La sensación de lograr un truco que te estaba costando sacar, es aun mejor cuando tienes gente que te felicita por tu dedicación. (En mi caso, ¡un saludo a las chicas de Relevé Pole & Dance! Son lo máximo)
10. Apreciar mi cuerpo por lo que puede hacer y no por cómo se ve. Una de las cosas que la sociedad ha logrado, es que despreciemos nuestros cuerpos por no parecerse a lo que vemos en la publicidad. Con el pole, comienzas a apreciar un cuerpo fuerte que puede mantenerse en altura, y agradeces tener un cuerpo sano en vez de uno "sociablemente aceptable". El pole es uno de los pocos deportes que no tiene edad, género, talla, peso o altura: Literalmente cualquier puede hacerlo con dedicación y ganas.