A lo largo de la vida nos enfrentamos a obstáculos que pueden hacer un tormento de nuestro día a día. A menudo se trata de aspectos personales, como el amor propio; pero cuanto más adultos nos hacemos, más problemas vamos encontrando que no estamos preparados para solucionar. Y la respuesta a estos retos está solamente en un lugar: el deporte. Gracias al básquetbol resolví diez metas que me exigía la vida.
1. Respeto: Desde el colegio aprendí que el respeto es un valor que se trabaja, ya que es difícil quitarse los prejuicios que vamos adquiriendo cada día. Cuando entré en el equipo de básquetbol sabía que quería aprender a respetar y ser respetada. Y lo logré. En el momento que aprendes que el gol depende de todas las personas que están jugando, y también de las que están sentadas en la banca, te das cuenta que todos los integrantes son iguales que tú, e igual de importantes.
2. Trabajar en equipo: Hasta el mejor de los goleadores sabe que necesita primero un buen pase. Algunos golean más, otros tienen la tarea de defender, y hasta existen esos jugadores que simplemente con su presencia y actitud, ya animan y motivan al resto de compañeros. Todos y cada uno tienen una tarea en el engranaje que es un equipo deportivo. Pero esta aptitud no solamente me ha servido en el deporte. Lo mismo que nos necesitamos en la pista, nos necesitamos en la oficina, o en la familia. Trabajar en equipo es aprender a vivir ligero.
3. Aumentar mi amor propio: No hay una satisfacción mejor que conseguir el último punto del partido, o evitarlo, o dar el pase de la victoria. Todas las pequeñas acciones en la pista que salen bien son como pequeñas palmaditas que uno mismo, y el resto del equipo, nos damos en la espalda. El deporte me ha hecho quererme y valorarme mucho más que el espejo.
4. Conocer la sensación de pertenencia: Desde pequeños conocemos esa sensación en la familia, pero es prácticamente una obligación. Sin embargo, en un grupo de amigos, o en un equipo deportivo esa sensación es desinteresada. Si no vas a entrenar, hay alguien que se preocupa y te pregunta por qué. Si uno acaba el partido enojado, otros les acompañan y le ayudan. Cada pieza del puzzle es importante y los demás lo saben. Es lo más parecido a sentirse valorado, casi abrazado constantemente.
5. Hacer amigos: Aunque parezca una meta muy obvia, no todo el mundo puede presumir de tener hartos amigos. Entrar en un equipo deportivo es una excelente manera de conocer gente y hacer nuevos amigos. Desde que somos pequeños, es importante que tengamos cuantos más amigos mejor, y el deporte es una fuente de amistad que nunca se acaba. ¿En qué otra parte uno conoce y comparte con tanta gente a la vez?
6. Aprovechar mi cuerpo: Tanto si eres demasiado alto, como demasiado bajo, o gordo o flaco, hay un deporte perfecto para ti. El cuerpo no se puede cambiar, o es difícil. Pero si desde niño en vez de dejar que te llamen jirafa porque eres muy alta, o elefante porque estás guatoncito, haces de tu cuerpo la mejor arma para un deporte, aprendes a quererlo y a apreciar el aspecto con el que naciste.
7. Trabajar con pasión: ¿Cuántas veces hemos oído esto? ¿Y cuántas lo hemos hecho? Es difícil encontrar en la vida una meta que te haga llegar hasta ella con pasión. Pero cuando sabes que puedes ganar un campeonato, o llegar a una final, una fuerza que viene desde dentro se apodera de ti y te hace trabajar más de lo que creías que podías. Eso es trabajar con pasión. Es muy sano y muy
8. Aumentar la disciplina en mi vida: Desde el primer día que llegué tarde y mi coach me hizo dar el doble de vueltas que el resto para calentar, comprendí que las reglas estaban para respetarlas. En la vida nos vemos obligados a asumir reglas que a menudo nos disgustan. Pero si entendemos que normalmente se hacen por el bien común, se nos hace más fácil respetarlas. Eso es lo que ocurre en el deporte. Y para empezar sólo se necesita un poco de motivación.
9. Compatibilizar el deporte con la vida diaria: Cuantas menos cosas hacía más tiempo creía que me hacía falta. Pero cuando empiezas a encajar el tiempo para entrenar en tu horario te das cuenta de que hay muchos ratos libres que pasan desapercibidos. Y cuando uno no está trabajando ni entrenando, aprende a disfrutar mucho más esos pequeños momentos en el día que tenemos para no hacer absolutamente nada.
10. Mejorar mi condición física: Aunque parece la meta más obvia, es una de las más gratificantes. Cuando empecé a hacer deporte cambié mi alimentación parta poder obtener más energía a través de los alimentos adecuados. Y al poco tiempo comencé a ver tonificado mi cuerpo y a comprobar que no me cansaba caminando ni subiendo escaleras; me di cuenta de que todo esfuerzo tiene su recompensa y que mi cuerpo blandito se estaba transformando en uno atlético. Fue una sensación de satisfacción que nunca olvidaré.
No hay nada mejor que la práctica deportiva para (aprender a) ser feliz . Da lo mismo el deporte que sea, o si eres bueno o más bien malo. Lo importante es tomárselo en serio, disfrutarlo, y aprender todo lo posible de los compañeros y de la práctica diaria. Y así, solo así, se consiguen las metas que más tarde se aplican a la vida.