Si te gusta correr por las mañanas, y estas con tu ropa deportiva en la puerta de tu casa antes del desayuno, un nuevo estudio sugiere que tienes más probabilidades de sentirte contento.
La teoría se centra en una hormona llamada leptina. La leptina está relacionada con la sensación de saciedad, la cual aumenta después de comer, ayudando a disminuir el apetito. Los deportistas profesionales que se ejercitan con regularidad tienden a tener niveles menores de leptina (si estás entrenando para una maratón y vives con hambre, probablemente entiendas de lo que hablamos).
En un nuevo estudio, publicado en el Cell Metabolism, los investigadores examinaron el impacto de la leptina en cerebros de ratones (ya que los ratones tienen leptina tal como los humanos). Los científicos interrumpieron la señal de leptina en un grupo de ratones, engañando a sus cerebros para hacerlos creer que sus niveles de leptina estaban bajos. Los ratones de ese grupo terminaron corriendo el doble en sus ruedas de ejercicios que aquellos ratones del otro grupo cuyos niveles de leptina no se alteraron.
Además, cuando se les dio la posibilidad de escoger entre un compartimiento con una rueda de ejercicios funcional y otra bloqueada, los ratones con niveles bajos de leptina prefirieron pasar la mayor parte de su tiempo en el lugar con la rueda de ejercicios en funcionamiento.
Estos descubrimientos revelan que los niveles bajos de leptina hacían a los ratones querer correr más, lo cual sugería que lo disfrutaban más. Stephanie Fulton, neurobióloga de la Universidad de Montreal y autora del estudio, considera que esto también puede aplicarse a los humanos. Parece ser que niveles disminuidos de leptina en los corredores pueden cumplir una función en la euforia y el disfrute asociado con la sensación endorfínica del corredor.
Tiene sentido que los corredores habituales que entrenan consistentemente, y por lo tanto poseen niveles de leptina menores, disfrutan el deporte y se sienten contentos cuando corren. Sin embargo, puede parecer paradójico que algo que cause hambre también nos haga querer correr más y sentirnos más felices mientras lo hacemos. Pero la teoría cobra sentido desde una perspectiva evolutiva. Cuando los primeros humanos pasaban por momentos de escasez de alimentos, tenían que soportar largas caminatas para poder encontrar más comida. La euforia del corredor puede haber evolucionado para motivarlos a continuar, de manera de asegurar que pudiesen conseguir los alimentos que necesitaban.
Es importante reconocer que esos descubrimientos no significan que debieras correr demasiado lejos o muy seguido con el estómago vacío, ya que puedes llegar a colapsar, una experiencia que está muy lejos de la euforia. Es importante nutrir el cuerpo correctamente para que puedas correr y sentirte bien.
El descubrimiento simplemente otorga una teoría científica a la razón por la cual una corrida matutina corta se siente tan agradable.
Vía: Runnersworld