El spinning llegó a mí como ese amigo que viene para ayudarte en tus peores momentos. El año pasado, decidida a tomar las riendas de mi vida y sobre todo de mi salud, fui con un diabetólogo-endocrinólogo para que me diera pautas para mejorar mi condición de insulino resistente, una patología que tengo desde que iba al colegio pero a la cual nunca le tomé el peso, hasta ahora que entiendo que es en nuestra juventud cuando pavimentamos la buena o mala vejez que tendremos.
Quizás suene un poco fatalista o pareciera que está hablando una abuela en lugar de una joven de 27 años, pero la verdad es que descender de una familia donde hay antecedentes de infartos, diabetes, artritis y un largo etcétera, me hizo considerar que ahora es cuando. Y así como de adolescente pasé por varios gimnasios y probé distintos deportes y ejercicios, me vi nuevamente embarcada en la difícil tarea de encontrar una actividad que me acomodara y me ayudara a cumplir varios objetivos que me impuse. El spinning fue la respuesta y el medio con el que logré y sigo logrando las siguientes metas que me propuse:
1.- Mejorar mi resistencia a la insulina
Mi primera gran meta para entrar a un gimnasio, encontrar un deporte que me gustara y finalmente decidirme por spinning fue mejorar mi resistencia a la insulina. Tristemente, la resistencia a la insulina es una enfermedad que la mayoría de la gente tiene hoy en día, es casi tan normal como tener alergia y lo peor es que es una enfermedad silenciosa que no da avisos. Es la hermana chica de la diabetes, por ende, si no mantienes bajo control tu resistencia a la insulina puedes terminar sufriendo la temida diabetes. Yo no quería eso y me propuse encargarme del asunto de una vez por todas. Mi doctor me dijo que además de cuidarse con la alimentación, el ejercicio es clave a la hora de mejorar la insulino resistencia. El ejercicio que mejor funciona para esto es el aeróbico, tal como el spinning.
2.- Bajar de peso
Mi segunda gran meta y la que sería una consecuencia de mejorar la resistencia a la insulina, era bajar de peso. Cuando uno es resistente a la insulina hasta la respiración se transforma en grasa. Toda la comida que mires termina en el rollito regalón, entonces la baja de peso se hace muy difícil cuando tienes la insulina descontrolada. Como la mayoría de las mujeres, me quiero ver bien y para eso sentía que necesitaba bajar los diez kilos que subí en dos años de trabajo en oficina, donde se comía mucha comida chatarra y estaba todo el día sentada. Mi esfuerzo ha dado frutos y ya bajé esos diez kilos.
3.- Controlar mi ansiedad
Nuevamente la resistencia a la insulina te hace desear comerte el mundo a las cinco de la tarde. Pero no dan ganas de comer lechuga (sería maravilloso), sino que ojalá apareciera la casa del cuento de Hansel y Gretel frente a tus narices para engullirte todo. Hay varias formas de controlar la ansiedad y una de ellas es el ejercicio. Yo me he dado cuenta que me funciona hacer spinning bien temprano por la mañana, después de tomar un buen desayuno, por supuesto. Llego a la hora de almuerzo sin hambre y a las cinco de la tarde ya ni sé qué quiere decir la palabra “alfajor”.
4.- Mejorar mi resistencia física
Ya más empoderada al saber que estaba haciendo algo bueno por mí y por mi salud, me propuse ir más lejos cada vez y mejorar mi resistencia física. Supe que algo andaba muy mal cuando comencé a cansarme al subir una escalera. Sentía el corazón en la boca y un cansancio como si hubiese corrido a la par de Usain Bolt. No quería más esa sensación y a las pocas clases de spinning noté cómo se me hacía cada vez menos difícil la rutina. Podía ir más rápido, ya no simulaba que le ponía más carga a la bicicleta sino que realmente la ponía más pesada y me la podía. Esa sensación de ir poco a poco superando tus límites es lo máximo.
5.- Volverme una persona más saludable
Por supuesto que cuando decidí comenzar a hacer ejercicios y enfocarme en el spinning, una de mis motivaciones era crear nuevos hábitos que me convirtieran en una persona más saludable. Y cuando hablo de saludable no me refiero a vivir en el gimnasio y comer pura lechuga, porque mi esencia buena para el dulce me acompañará siempre y porque sé que aunque tuviera la voluntad de vivir a base de agua eso tampoco es bueno. Todo se trata de encontrar un equilibrio y eso es lo que yo buscaba. Hoy en día llevo varios meses siendo constante con el gimnasio, lo que para mí ya es un gran cambio. En cuanto a la comida, ordené mis horarios, me acostumbré a desayunar sin falta todos los días, tomo dos o más litros de agua y también me como mis chocolatitos de vez en cuando. No irse a los extremos, para mí es ser saludable.
6.- Mantener mi insomnio bajo control
Cuando me encontraba finalizando mi período universitario, defendí mi tesis y me despedí de esta linda etapa, empecé a sufrir algo que nunca antes había tenido: insomnio. Al principio y dada la desesperación de irme a la cama a las 23 pm y no pegar un ojo hasta las 11 de la mañana, comencé a tomar pastillas que me recetó un neurólogo. Dormía de un segundo a otro como si me dieran un palo en la cabeza, pero al otro día recién dejaba el estado zombie a las cinco de la tarde. En esa época mi doctor me recomendó no hacer ejercicios y después cuando ya pude, hacerlos lo más temprano posible. En estos momentos, nuevamente vuelvo a sufrir insomnio y el spinning me ha ayudado a regular mis horarios de sueño. Los días que voy a clases por la mañana quedo muy activa durante el día pero en las noches me cuesta mucho menos conciliar y mantener el sueño.
7.- Superar los pensamientos negativos
Al igual que muchos, el año pasado pasé por momentos difíciles de los que me costaba mucho desconectarme. Me di cuenta que esa hora arriba de la bicicleta me ayudaba a enfocarme en otras cosas (¡en el dolor, por último!) y sólo pensaba en darlo todo. El ejercicio, sea cual sea, nos ayuda a callar nuestra mente cuando ésta pareciera estar en nuestra contra. Siempre que termino mi rutina de ejercicios me siento más en calma y feliz. Casi sin darme cuenta, esas cosas que me preocupaban fueron desapareciendo mientras ponía otras cosas en mi cabeza, como trata de organizarme para poder cumplir con mi rutina durante una semana que sabía sería complicada en el trabajo, o pensar en comprar más ropa deportiva porque al principio tenía sólo dos poleras y...¡ahora iba a spinning casi todos los días! Mantener esa constancia me sorprendió y ser consciente de que por fin podía ver el vaso medio lleno fue aún mejor. ¡Endorfinas sigan viniendo a mí!
8.- Volverme más disciplinada
Quizás da la impresión de que no tiene nada que ver una cosa con la otra, pero comenzar un ejercicio, sobre todo uno demandante como el spinning, te ayuda a organizarte y a obligarte a cumplir con tus metas y horarios. Lo más difícil a la hora de comprometerse con un ejercicio es precisamente la resistencia que nosotros mismos creamos. Fue difícil levantarme a las seis de la mañana para ir a hacer spinning, pero si nunca lo hubiera hecho no me habría dado cuenta lo mucho que me gustaba caminar por las calles desiertas, empezar el día temprano, que fueran las 9 de la mañana y sentir que había hecho tanto y que estaba llena de energía para comenzar el día. Me daba una satisfacción increíble terminar la semana y darme cuenta que había asistido a todas mis clases, que estaba cumpliendo con mis horarios, que era capaz de ordenarme y poner mis prioridades en su lugar.
9.- Darme tiempo a mí misma
Esto es algo que cuesta mucho dadas las largas jornadas de trabajo o de estudio. Yo sentía que me tenía dejada de lado porque hubo una época donde no tenía nada de tiempo para hacer las cosas que me gustan y me hacen feliz. Esa hora diaria de spinning me hacía sentir que estaba haciendo algo exclusivamente para mí, para nadie más. Era MI momento, mi espacio personal al que nadie podía entrar y donde a veces entre la música estridente y los gritos de ánimo del profesor, dejaba divagar mi mente pero sólo hacia cosas positivas, como dije antes, una de mis metas era luchar contra los pensamientos negativos y lo logré.
10.- Aumentar mi confianza personal
Levantarme para ir a trabajar, volver a la casa a preparar todo para volver a trabajar al día siguiente. No me sentía precisamente en la cima del mundo como toda una ganadora. Y quizás una hora en el gimnasio tampoco lo iba a hacer, pero me propuse aumentar mi confianza y es increíble cómo el ejercicio puede ayudarte a cumplir esa meta. Mientras más seguido iba a spinning, mejor me sentía conmigo misma, sentía que podía lograr lo que me propusiera, que podía ir más allá cada vez, me sentía mejor y me veía mejor. Saber que podía dejar todo de lado para pensar sólo en mí y en mi salud me hizo conocer una parte de mí que no había tenido el gusto de disfrutar antes. Me empecé a sentir segura y a sentir que era una persona que era capaz de tener todo en control.
Cuando hablamos de la salud y de ser una mejor versión de nosotros mismos, la tarea nunca está finalizada. Siempre podemos dar más y lo más difícil es empezar. Yo me siento feliz de haber elegido el spinning como ese primer empujón para mejorar distintos ámbitos de mi vida. Todos tenemos metas distintas, distintas realidades y motivaciones. Para mí fue el spinning el que me ayudó a despertar del letargo del sedentarismo y la despreocupación. Si nunca lo has probado, te dejo abierta la invitación para que cumplas tus propias metas. Si no es lo tuyo, siempre podrás encontrar el deporte o ejercicio que se adapte mejor a ti y a tus necesidades. Lo importante es no dejar de movernos y nunca, pero nunca, dejarnos estar.