El 31 de octubre recién pasado, participé en la Media Maratón de Pirque. En esa oportunidad estaba esperando la partida de los 21 Km. Unos 5 segundos antes de iniciar, salió entre los competidores una pareja de corredores con sus manos unidas a través de una cuerda. Lo primero que pensé es que era una humorada (a quién se le ocurre participar en una corrida amarrado) Grande fue mi sorpresa cuando al preguntar, me enteré que se trataba de un competidor no vidente amarrado a su guía.
Hasta ese momento, pensaba que una persona no vidente no podía correr. No obstante, la experiencia cambió absolutamente mi percepción sobre este tema. Las limitaciones las pone cada uno.
Actualmente el deporte paralímpico, es una realidad que existe en nuestro país, pero al igual que la condición de sus deportistas, es poco lo que se ve de él.
El 9 de noviembre recién pasado bajo el lema “Porque el deporte incluye y no excluye”, se realizó la primera corrida paralímpica de nuestro país, Corrida por la Inclusión 2014 que reunió a competidores de diferentes categorías.
No obstante, el origen de estas competencias se remonta varios años atrás, específicamente a principios del siglo XX, cuando las personas víctimas de las lesiones provocadas por las guerras mundiales, comenzaron a practicar deporte, como una forma de rehabilitarse. Después de la segunda guerra mundial, se comenzaron a organizar campeonatos y posteriormente surgieron las primeras organizaciones deportivas. Fue en 1970, cuando por primera vez, participaron personas ciegas en competiciones internacionales.
Los atletas con discapacidad visual, no pueden correr solos, compiten con un guía, que se transforma es sus ojos durante la carrera y colabora para que pueda cumplir sus objetivos. En la competencia, el corredor y su guía son considerados un equipo. El guía debe tener rendimiento, igual o mejor que el corredor no vidente, ya que además de correr, debe tener la capacidad de dar instrucciones durante la carrera, puesto que de eso depende el desempeño del no vidente.
El guía debe estar unido por medio de una cuerda de hasta 50 cms. Independientemente de que se utilice cordel o no, entre el atleta y el guía. Esa distancia no se puede superar en ningún momento.
Los atletas con discapacidad visual son clasificados en tres categorías dependiendo de su grado de ceguera. Mientras más bajo el número, más severa es la pérdida de visión.
La realidad de un atleta no vidente en nuestro país es compleja. Por ejemplo si quieren participar en alguna competencia internacional, siempre deben considerar todos sus gastos por dos, porque necesariamente deben viajar con su guía.
En nuestro país existe el Comité Paralímpico, encargado de la organización deportiva de las actividades Paralímpicas en Chile. Además representan a nuestro país, ante el Comité Paralímpico Internacional (IPC) desde 1992.
Actualmente el presupuesto destinado por el Ministerio del Deporte a esta disciplina “no es concordante con las necesidades y el esfuerzo de nuestros deportistas”, según un comunicado emitido por el Comité Paralímpico de Chile.
Sin embargo, a pesar de esta situación, este jueves viajó a Brasil la delegación de atletismo paralímpica más grande de Chile, con siente deportistas, entre los que se encuentran Cristian Valenzuela, Joel Jiménez, Margarita Faúndez, Paula Guzmán, Patricio Bravo, Alejandro Arellano y Rodrigo Coloma para competir en el Circuito Paralímpico Lotería Caixa, que organiza el Comité Paralímpico de Brasil, y aunque su discapacidad no les permita ver con los ojos, no cabe duda de que con sus guías buscarán claramente el triunfo.
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