El año pasado acompañé a mis amigos al Valle de Las Trancas ubicado a 70 kms de Chillán, hacia la cordillera en la región del Bío Bío muy cerca de las Termas de Chillán.
Si bien, esta zona destaca por el turismo asociado a las bondades de la nieve durante el invierno, en verano podemos encontrar un sinfín de panoramas deportivos que puedes realizar con tus amigos o incluso en familia. Esa es una de las cualidades de la zona, han creado un atractivo turístico donde toda la familia se puede unir en torno al deporte.
El grupo de amigos con el que viajé estaba absolutamente motivado a realizar descenso en bicicleta en el pump truck ubicado ahí mismo. Este lugar nació como consecuencia del desuso de los andariveles del centro de ski durante la temporada de verano.
La verdad es que el descenso y yo nunca hemos sido amigos, más que nada por mi temor a las fracturas, así que pensé ¿qué hago todo el día? Inmediatamente recordé la opción de Shangri La ¿por qué? Porque está en medio del valle, por lo tanto ni siquiera necesitas auto para llegar. Lo único que requieres es agua, bloqueador y muchas ganas de conocer un lugar nuevo
Emocionada por esta nueva ruta, comenzamos a caminar. La bienvenida nos la daba un camino con piedras muy sencillo donde aún podían circular automóviles.
A medida que avanzamos aumentaba la cantidad de coigües y lengas que nos rodeaban y refrescaban, algunos pequeños arroyos que son consecuencia de los deshielos nos alegraban y permitían disfrutar del agua fresca.
El camino tiene varios altos y bajos por lo tanto es bueno usar zapatillas que cuenten con algunas características de apoyo actividades outdoor, además debes ir concentrado ya que la mayoría de las piedras son grandes y una mala pisada puede hacernos pasar un muy mal rato.
A medida que avanzamos por el camino me encuentro un paisaje, que al menos yo, nunca había visto en la vida.
Conocido como “escorial de roca volcánica” llegamos a un sector imponente, silencioso y especial, donde solo te rodeas del cielo azul, altas paredes de roca negra y el fondo con la cordillera de los andes.
El aire en ese punto ya está tan fresco que puedes detener un momento a descansar y contemplar la maravilla del lugar.
Luego continúas con el trote – puedes volver a correr porque comienza una bajada en el camino- y te encuentras con un paisaje totalmente distinto. Ya no hay rocas, los arboles están solo en los faldeos de las montañas y el camino se aplana, solo te rodea una vegetación baja compuesta principalmente por malezas y arbustos. Todo esto indica que estás acercando al refugio donde se da inicio al sendero en búsqueda de la Laguna El Huemul.
Lo que más me gusta de este sendero es la rareza de su paisaje. Al principio parece un típico campo ubicado en las montañas, pero el giro sorpresivo que toma una vez que entras a estas paredes de roca negra es realmente de otro mundo.
Si bien el camino es corto –no debería durar más de dos horas en la ida y vuelta- es bueno comenzar la ruta temprano, de esta manera estás solo y por lo mismo puedes disfrutar del silencio, desconectarte absolutamente y dejar de lado el estrés. Por otro lado, el lugar es seguro así que no existe el riesgo de extraviarse, sin embargo siempre es bueno dar previo aviso a nuestros cercanos o a alguna institución de dónde estaremos.
Yo trato de viajar una vez al mes para poder hacer este y otros recorridos por la zona, normalmente los fines de semana se pueden ver muchas familias que disfrutan respetuosamente de este entorno natural – esto me sorprende gratamente- sin embargo, al estar en búsqueda de tranquilidad, como mencioné anteriormente prefiero disfrutar del camino más temprano.