Existe una pequeña voz que tenemos dentro de nuestra cabeza, que nos ayuda a hacer las elecciones inteligentes de comida cuando perdemos peso. Esa misma voz es la que puede decirnos que somos fuertes, que nos paremos de la cama y vayamos al gimnasio. Pero ¿cómo saber si esa voz está errada? ¿Hacer ejercicios estando enfermos es algo bueno?
La mayoría de los especialistas en fitness y médicos dividen los síntomas para hacer ejercicio en "por arriba del cuello" y "por debajo del cuello". Esto quiere decir que síntomas como congestión nasal, nariz aguada, estornudos y dolor de cabeza leve pueden ser poco relevantes a la hora de determinar si se puede hacer ejercicio. Pero si por otro lado, síntomas como la fiebre, la tos, la fatiga fuerte, el dolor muscular, la congestión en el pecho, los dolores de estómago o cólicos y vómitos no son recomendables para seguir con la rutina de ejercicios. En esos caso, es hora de tomar un descanso y/o acudir a un médico.
Hacer ejercicio con fiebre, puede prolongar una enfermedad y resultar peligroso. La fiebre es una indicación de que el cuerpo está luchando contra un virus. Si tienes fiebre entonces no te obligues a ejercitarte porque puedes desmayarte y en algunos casos, muy raros, puedes incluso hacerle daño en tu corazón. Esto es por la condición llamada miocarditis, una inflamación del músculo cardíaco, que puede resultar de un sobreesfuerzo cuando se tiene un virus. Puede causar falta de aliento, arritmias cardíacas y, en casos extremos, la muerte súbita cardíaca.
Tu ritmo cardíaco en reposo puede ser un buen indicador del estado en que está el organimo para saber si el ejercicio es apropiado sobre todo si tienes un registro histórico del mismo. Si el tu nivel de latidos en reposo es de 10 latidos por minuto por encima de lo normal, no es apropiado que hagas ejercicios.
Qué ejercicios hacer:
Si estás experimentando síntomas suaves, pero el medicamento que te tomas te da mareos, debes evitar cualquier ejercicio de resistencia, como levantar pesas, ya que tu coordinación seguramente será pobre y te pondrás en riesgo de sufrir una lesión por mala forma del movimiento. En realidad se recomienda no hacer ningún ejercicio de resistencia muscular con esos malestares. Lo máximo que puedes hacer son ejercicios de peso corporal como flexiones, sentadillas, levantamiento de piernas, chin ups, etc., pero no levantar pesos muy pesados.
Si lo que quieres hacer es ejercicio aeróbico, tienes que mantener la intensidad bastante baja. El ejercicio aeróbico puede ayudar combatir el inicio de un resfriado porque ayuda a abrir las vías respiratorias, mejorar el flujo de mucosidades y, en general, a hacer que te sientas mejor, porque tu cuerpo libera endorfinas. Pero si exageras, por ejemplo, corrar por varios kilómetros, en vez de hacer un trote suave, vas a poner a tu sistema inmunológico bajo estrés y esto hará que no puedas luchar contra la gripe.
El ejercicio intenso compromete el sistema inmunológico, lo que permite al virus tomar el control de tu cuerpo que ya está bajo el estrés en la lucha contra la infección, por lo que someterlo a un estrés adicional a través de un ejercicio vigoroso es contraproducente. Los estudios han encontrado que una larga y dura sesión de ejercicio puede reducir la inmunidad en hasta nueve horas.
El descanso
Nadie quiere dejar de entrenar, sobre todo los que disfrutamos realmente de hacer ejercicio. Pero podemos decir que la regla general es: resfriado, 3 a 7 días de descanso, y alrededor de dos semanas para una gripe más fuerte (sin infección). Por supuesto, todo depende de la gravedad de los síntomas y de la propia capacidad de recuperación.
Si decides hacer ejercicio cuando estás enfermo, es mejor que lo hagas en solitario, en casa o en un parque. Si haces ejercicio en un gimnasio, es probable que pases tu gripe a los que te rodean. Limpiar el equipo con una toalla después de haberlo usado no va a erradicar todo rastro de virus o bacterias. Y lo mismo pasa con los deportes en equipo. Puedes infectar a tus compañeros (como a tus contrarios también).
Y para evitar la captura de los gérmenes de otras personas, asegúrate de lavarte las manos regularmente con agua y jabón y evitar tocarte la boca, nariz y ojos cuando estás en el gimnasio. Si el jabón y agua no son de fácil acceso en la sala del gym, ten a mano un gel desinfectante de manos a base de alcohol para evitar contagios indeseados.