Muchas veces hemos escuchado la típica frase “querer es poder”, sin embargo, llevar a la práctica estos tres verbos es, en realidad, un verdadero desafío, especialmente, para los atletas no videntes en nuestro país, cuyo universo es casi desconocido para muchos.
El jueves 13 de noviembre viajó a Brasil una delegación de atletas con capacidades diferentes para competir en el Circuito Paralímpico Lotería Caixa, que organizó el Comité Paralímpico de Brasil. Entre ellos se encontraba Alejandro Arellano, atleta no vidente, quien regresó a nuestro país con el récord nacional de salto largo paralímpico, al lograr 5 metros 26 cms.
Alejandro nació el 4 de marzo de 1981 y pese a que actualmente su ceguera lo convierte en un atleta paralímpico, él define su carrera deportiva es dos etapas, “una de vidente y otra de no vidente”.
“A los 17 años empecé con mi problemas a la vista. Partí con un desprendimiento de retina en el ojo derecho”. Según la enciclopedia médica Medline Plus el desprendimiento de retina es “la separación de la membrana sensible a la luz (retina) en la parte posterior del ojo de sus capas de soporte”, que en condiciones normales se encuentran adheridas. Esta separación trae como consecuencia que la retina quede sin riego sanguíneo, produciendo pérdida de la visión.
Y aunque científicamente existen varias explicaciones para determinar el origen de esta enfermedad, “en mi caso fue el destino”, comenta Alejandro. “Generalmente es por diabetes o por un golpe, pero en mi caso, estaba sentado en clases y empecé a ver mal. Se me desprendió la retina de un momento a otro”.
Antes de que se declarara su enfermedad, Alejandro ya estaba ligado al deporte, practicando salto, con la aspiración clara de llegar a competir por Chile como seleccionado nacional. “Empecé con muchas cirugías, por ende tuve que dejar el atletismo de un día para otro. Fue terrible para mí, me estaban mirando ya algunos clubes para poder entrenar con ellos en el CAR (Centro de Alto Rendimiento) alguna vez… de repente se derrumbó todo”
Las cirugías no dieron resultado y Alejandro perdió la visión de su ojo derecho. Años más tarde comenzó a estudiar Ingeniería en Informática, estaba a la mitad de su carrera cuando comenzó a experimentar los mismos síntomas. Tuvo que congelar. Comenzaron nuevamente las cirugías. “La visión, empeoró bastante en mi ojo izquierdo, dejé la carrera de lado y ahí empezó mi discapacidad”.
Y aunque no recuerda específicamente en que año sucedió, lo que sí recuerda es que durante ese período comenzó con la transición es decir, empezar a vivir con la discapacidad. “En el año 2007 comencé a estudiar masoterapia en una escuela de ciegos. Para mí el mundo de los no videntes era cero, porque no tenía ningún contacto con gente no vidente, no sabía que hacían deporte”.
Alejandro pensaba que había dejado atrás el atletismo y que no volvería nunca más. No obstante en ese colegio conoció a un club llamado “Jaguares” que se dedicaba al atletismo para personas con discapacidad visual. “Ellos me invitaron, comencé a correr en calle los 10K, empecé a entrenar en el CAR, pero un entrenamiento muy básico, así volví al deporte. Hasta que empecé a darme cuenta que habían ciegos que competían a nivel mundial, a nivel olímpico, que representaban a su país y empecé a probar en la pista y me di cuenta que mis condiciones no se habían perdido”.
Ya en el 2011 logró la marca para participar en los Juegos Parapanamericanos de Guadalajara.”Vi que tenía la marca y dije, puedo ir a representar a mi país en un panamericano, competencia internacional, lo que siempre quise, entonces como que en ese momento comencé a cumplir un sueño que tenía pendiente”.
De ahí viajó a Buenos Aires, pasando posteriormente a formar parte de la Federación Paralímpica, practicando ya a nivel de selección. Sus entrenamientos en el CAR habían dado frutos. “la gente nos empezó a conocer, se empezaron a abrir los contactos se dieron cuenta que mi marca era válida y que tenía todo el derecho para poder ir”.
Una de las realidades que los atletas paralímpicos que viven en nuestro país es que para lograr clasificar a torneos internacionales, deben viajar al extranjero para lograr sus marcas, porque en Chile no se dan las condiciones, en relación a jueces, infraestructura, reglamentos para que los torneos sean válidos y sus marcas sean consideradas. “Tienen que cumplirse varias cosas para que las marcas sean válidas. Esto en el ámbito paralímpico no como deportista convencional que ellos si pueden hacer sus marcas en Chile”.
La única posibilidad que tuvieron fueron los Juegos Parasudamericanos que se realizaron en nuestro país en marzo de éste año “Esa ha sido la única instancia, para los demás, tenemos que viajar porque acá no tenemos ninguna instancia”.
Hoy en día no cabe duda de que una persona con discapacidad puede lograr grandes cosas. “Hacer deporte me ha ayudado para que la gente se dé cuenta de que una persona con discapacidad puede lograr grandes cosas. Que un ciego corra ha ayudado a que las personas se den cuenta de que un ciego puede más”.
No obstante, Alejandro no solo corre, sino que es amante de una disciplina mucho más complicada como es el salto. El amor a esta disciplina, sumado a la confianza y el apoyo que le ha dado su entrenador oficial Ricardo Opazo, permiten que Alejandro corra, rechace, equilibre y abra sus brazos para luego caer al vacío y más aún, batir el récord nacional.
“Aquí en Chile no hay entrenadores paralímpicos. El profe Ricardo Opazo ha aprendido con el tiempo, con cursos de especialización, lo que ha aprendido en torneos internacionales, esa es una diferencia que tenemos con otros países que tienen entrenadores exclusivos para paralímpicos”.
Otro de los grandes inconvenientes con los cuales tiene que lidiar, es con la escasez de apoyo económico. Ya está acostumbrado a escuchar: “No hay plata, en estos momentos no podemos apoyarte o ya gastamos todos los recursos…” “A mí como corredor, el comité paralímpico, me financia algunos torneos internacionales, no todos los que necesito, algunos en el año. Los mínimos.”
Actualmente el atleta auspiciado por la Fundación “Ganamos Todos” declara que su proceso de inclusión en la sociedad ya está terminado y que su proceso de aceptación a su discapacidad es algo que ya tiene asumido. “Ya no me acompleja. El deporte me ha ayudado mucho a darme cuenta de eso, además es algo que me gusta mucho, yo vibro con esto. A mí me quitan de nuevo el deporte, y yo no sé dónde terminaría”, comentael atleta que espera seguir cosechando triunfos.