Desde pequeño me ha encantado sentirme activo. Por esta razón, he participado en un sinfín de talleres deportivos y me he fascinado con variadas disciplinas. Sin embargo, no hay deporte que me produzca más placer que el running.
Mi amor por correr comenzó hace tres años, cuando las malas prácticas alimenticias del universitario y el perverso sedentarismo provocaron en mí un horrible sobrepeso. Un problema que no sólo afectaba a mi apariencia, sino que también a mi cuerpo en general, pues un acto tan simple como caminar desde un paradero de micro hasta mi universidad –distancia estimada en 800 metros- era una tortura.
Tras caer en la frustración, decidí que era hora de un cambio. Así que me puse a hurguetear en mi viejo clóset hasta llegar a la vieja ropa de entrenamiento y mis zapatillas de básquetbol: mi primer uniforme para correr.
Decidí que trotar era una excelente forma para retomar mi antiguo físico porque siempre se señalaba que este tipo de actividad era bastante efectiva para quemar calorías y traía bastantes beneficios. Y bueno, el primer favor que me concedió correr fue una sensación de satisfacción inigualable. Un factor bastante relevante, ya que condicionó mi acercamiento al deporte hasta considerarlo un verdadero hábito.
Desde entonces no paré de correr y mi cuerpo lo agradeció. De a poco elimine los kilos extra y noté cómo mi musculatura se modificaba. Además, el running me ayudó a mejorar mi concentración y a sentirme mucho más activo en los estudios.
Con el tiempo comencé a invertir en zapatillas y artículos para trotar. Asimismo, diseñé diferentes rutas en la ciudad y fijaba marcas. Pero mi gran salto lo di participé en mi primera Maratón de Santiago (la del 2009) y llegué a los 10K en tan sólo 53 minutos. Me sentía lo máximo.
Actualmente entreno entre 3 o 4 veces por semana. Mi horario ideal es a las 20 horas y las superficies que más me agradan son la arena y el asfalto(la más accesible, pero a la cual hay que trabajar con cuidado por el impacto en el cuerpo). Correr es mi escape, mi espacio de meditación, mi terapia, mi ejercicio favorito y, como lo menciona el título, mi gran adicción.
Mi intención no es sólo compartir mi experiencia en este deporte, sino que invitarlos a que se atrevan y simplemente salgan a aplanar calles. Les hará bien a sus mentes, intensificará sus sentidos, permitirá que se conozcan mejor y su cuerpo, claramente, se los agradecerá.