No hay absolutamente nada más desagradable que hacerse un esguince o peor aún, una fractura. Claramente todos los deportistas saben que el esguince de tobillo es uno de los más clásicos, en especial cuando recién se está empezando a practicar un deporte.
Yo soy seca para caerme. Soy súper torpe y a la hora de hacer deportes siempre he intentado ser muy cuidadosa para no lesionarme. Pero obviamente no siempre me da resultado. Todavía me acuerdo el esguince de tobillo más terrible que tuve.
Y fue terrible porque fue estúpido: estaba en primer año de universidad y me metí en el equipo femenino de fútbol. Estaba muy entusiasmada porque me estaba yendo bien en los entrenamientos. Yo sabía que se acercaba la fecha para el primer partido contra otra universidad entonces me estaba esforzando más que nunca para estar dentro de la nómina.
Era el último entrenamiento antes del partido y ese día nos iban a decir quienes iban a participar del partido pero primero teníamos que calentar. En ese calentamiento, corrimos, dominamos la pelota e hicimos ejercicios localizados. Cuando estaba lista, el entrenador me mandó a hacer un ejercicio donde tenía que correr hacia atrás y tocar la línea de la cancha para correr hacia delante de nuevo.
Entonces aquí fue cuando mi torpeza me jugó una mala pasada. Corriendo para atrás no vi una pelota de fútbol que estaba tirada en la cancha, la pisé y me doblé el tobillo. Obviamente el resto de mis compañeras se rieron de mí antes de ayudarme, pero cuando se dieron cuenta que me estaban corriendo las lágrimas por la cara, se pusieron serias y por orden del entrenador me ayudaron a bajar a la enfermería. Yo no lloraba por el dolor, sino que era por la impotencia y la rabia que tenía de no poder participar en el primer partido y porque sabía que no iba a poder seguir entrenando por un buen tiempo más. Lo peor de todo y para ponerle la guinda a la torta, fue que cuando me llevaban donde la enfermera, mi entrenador me dio la noticia que estaba nominada para jugar la semana siguiente contra la otra universidad.
Hielo e inmovilizada hasta que llegara alguien que me pudiera llevar a la clínica.
En urgencias me hicieron una radiografía (yo aún lloraba) y el doctor de turno me hizo un diagnóstico: esguince en el tobillo derecho grado I-II. Me pusieron un botín corto y me fui a mi casa con las indicaciones de dormir con el botín, reposar por un día y permanecer con el pie inmovilizado durante dos semanas.
En esas dos semanas intenté seguir al pie de la letra con lo que el doctor me había dicho para así volver a entrenar lo antes posible. Hasta que llegó la hora de ir al kinesiólogo quien me ayudó a recuperar rápidamente mi tobillo a través de masajes localizados y ejercicios.
Luego de un mes, pude volver a las canchas con un poco de susto, pero de a poco recuperé la confianza y volví a jugar sin ningún problema.
Consejo: 100% recomendado seguir las indicaciones. Yo sé que es fastidioso andar con el asuntito de la bota, la férula, la venda o lo que sea que les pongan pero al final van a agradecer haber sido responsable con su lesión porque si no se siguen las indicaciones del médico, la lesión se puede hacer crónica.