¿Pasión o problema? Cuando el ejercicio se convierte en adicción

Hector Arriagada May 27, 2015
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Como todas las cosas de la vida, las cosas saludables lo son en su justa medida. El defecto o el exceso en nuestro caso, transforma una acción saludable como la práctica deportiva en algo perjudicial. Entre el 0,3% y el 0,5% de la población que se pueden considerar adictos al deporte o a la práctica deportiva.

Rutinas de ejercicio muy estrictas, que perjudican a las relaciones de amistad, empleos o relaciones de pareja. No van de vacaciones, tienen familiares olvidados y cabreados porque no encajan dentro de sus rutinas deportivas. Deportistas que tienen la sensación de que su mundo explotará si no completan sus rutinas los siete días de la semana.

Convirtiendo algo saludable en algo insano

Que el deporte es saludable no es ninguna novedad. Con 10 minutos al día es suficiente para que se noten los efectos beneficiosos del mismo, disminuyendo la depresión, mejorando nuestro estado de ánimo, la ansiedad, el enfado, alivia dolores y reduce la mortalidad .

Además mejora la fuerza física, nuestra resistencia y nos da un vientre más plano, e incluso, compartir nuestros logros en el Facebook, en su blog o con sus amigos y familiares, reportando mejoras en su autoestima.

Esos aspectos más materialistas y superficiales no tienen grandes contra indicaciones. Las cosa se complica cuando empiezas a pensar que necesitas imperiosamente esos beneficios que te aporta el deporte para estar bien y ser feliz. Debido a la progresiva mejora de nuestra forma física y aspecto físico, el deseo de seguir mejorando, cada vez requiere mucho más esfuerzo y dedicación para lograrlo. Empiezas a dejar de hacer ciertas cosas para poder dedicar más tiempo y esfuerzo. El simple hecho de pensar que mañana no podrás entrenar te genera unas ganas locas de echarte a llorar.

Craving de deporte

El craving es un síntoma que los psicólogos utilizan para denominar el deseo irrefrenable que siente una persona hacia una determinada sustancia o conducta. Se dedica tanta energía mental a programar, preparar y prever diferentes situaciones de la práctica deportiva, por lo que el desempeño en otras áreas personales como el trabajo, los amigos o la familia se ven seriamente descuidados y afectados. A pesar de que tu cuerpo te pide un descanso, no puedes evitar entrenar.

¡Soy adicto al deporte!

Poseer alguno de estos factores o características no significa que se sea adicto ni al deporte ni a nada. Eso debería determinarlo un profesional en la materia, pero sí que nos puede servir para darnos cuenta hasta que punto nos puede estar absorbiendo la práctica deportiva y que consecuencias insanas pueden aparecer en nuestra vida. Problemático es cuando existe poca o ninguna flexibilidad a la hora de programar las sesiones de entreno. Donde sólo una catástrofe mundial sería motivo para suspender la sesión, e incluso así, ¡alguna cosa podríamos hacer!

Walter Riso, psicólogo cognitivista, postula que cuando creemos que necesitamos algo o alguien para estar bien, comenzamos a establecer una relación de dependencia, perdemos libertad de movimiento y estamos “a la sombra de nuestro amo”. Según Riso, no hay dependencia cuando estamos bien practicando deporte, pero también lo estamos cuando no.

¿Cómo me desengancho?

Lo más recomendable es buscar ayuda profesional, principalmente de un psicólogo clínico que nos ayude a recuperar nuestra flexibilidad mental perdida, a instaurar pensamientos e ideas más adaptativas para volver a disfrutar de todo aquello que hagamos en nuestra vida. Sin obsesiones ni compulsiones, el deporte es para disfrutarlo compartir y pasarlo bien, que no se vuelva una adicción, recuerda que hacer deporte es parte de tu vida, no tu vida es el deporte.


Imagen CC jacsonquerubin